Son tiempos difíciles para el ciclismo. Su imagen de cara al exterior está terriblemente marcada. Marcada por el dopaje y por centrar todo lo relacionado con este deporte con el dopaje. Sí, por supuesto que hay dopaje, en todos los deportes profesionales lo hay, pero en el caso del ciclismo está extremadamente expuesto. Nos enteramos de todo lo relacionado con esta lacra y nos olvidamos de dar importancia a todas las buenas cosas que tiene este deporte: la amistad, el sacrificio, la ilusión en nuevos objetivos, saborear el aire libre, conocer nuevos sitios cada día, como actúa forjando el carácter de los que lo practicamos... Muchas cosas por las que seguir haciéndolo.
Y a pesar de esto cada vez más gente lo práctica. Cada día ves más gente en la carretera. Las mujeres, antes una excepción en el mundo de las dos ruedas, están llegando con fuerza a este deporte. Y el mundo del duatlón y el triatlón están aportando muchos practicantes de este deporte. A la gente le gusta como hobbie. Pero ya hace unos años que echas en falta a "nuevas generaciones". No se ven niños por la carretera, y las escuelas de ciclismo están extintas. Por eso cada vez que vemos un pequeño acompañado por su padre en la ruta nos alegramos y le jaleamos y animamos.
Y por eso me ha encantado recibir este vídeo (gracias otra vez Chiqui) en el que se ve como el profesional del equipo Blanco, el holandés Bauke Mollema, vuelve al club en el que dio sus primeros pasos como ciclista. Bauke rueda con los niños del club, sus caras de ilusión no tienen desperdicio, para compartir con ellos experiencias, entrenamiento e inspirarles como deportistas. Su mensaje para ellos: "Cree. Si crees serás capaz de conseguir mucho más de lo que jamás hubieses imaginado". Yo creo, y espero que el ciclismo también.
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